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Víctor Jara |
Quisiera
decir algo que no se haya dicho ya sobre Víctor Jara, propósito que
me temo es imposible, pues aún hay muchas cosas que ignoro de Víctor
Jara. Mucho se ha escrito de él. Dejaré de lado su aspecto
político, pues no es mi propósito discutirlo aquí; por lo tanto me
limitaré a expresar mi impresión personal de su lado humano.
Al
ver videos de sus actuaciones en vivo he visto a un hombre de ideas
claras y sencillas. Un hombre hasta cierto punto tímido; me da la
impresión de un hombre introvertido que de repente se ve forzado a
salir de sus rincones para darse a entender, no sin cierta dificultad
o al menos invirtiendo cierto esfuerzo por encontrar las palabras
adecuadas. Me da la impresión de estar escuchando a un niño
deslumbrado, sorprendido, pillado, diciendo solo cosas buenas. En
público muestra un humor ingenuo.
Sin
embargo, al cantar la cosa cambia. Puedo percibir cómo la expresión
de su rostro y su voz profunda se amoldan perfectamente al tema, cómo
se dibuja un rictus de profunda convicción en su cara, cómo su voz
adquiere una fuerza y decisión indescriptible. Su mirada cambia bajo
el influjo de su asombrosa capacidad histriónica. Deja de ser el
infante que muestra sus juguetes. Transmuta, se vuelve de hierro.
Para
hacer sus canciones sigue un método simple pero complicado al mismo
tiempo: se limita a usar los acordes en su guitarra para obtener la
combinación de sonidos que desea correspondientes a su sentir. Su
música resulta melódica más que armónica; fácil de decir,
difícil de lograr.
Me
sorprende además que siendo ya un dramaturgo haya llegado a dominar
tan notablemente la ejecución de la guitarra. Prácticamente usa la
música para sus fines personales, la esclaviza a sus deseos, hace la
música que quiere oír Hombre de profundas convicciones usa la
música como medio de denuncia social directa, una protesta suave y
certera que arrebató la voluntad de muchos y al mismo tiempo frunció
el entrecejo de otros tantos.
Su producción e interpretación en muy variada; lo mismo se llena de ternura al cantarle a un niño pobre de barrio (Luchín), al amor sufrido de una pareja de obreros (Te recuerdo Amanda), aborda el tema de la esclavitud de los negros (A la molina no voy más), denuncia (Vientos del Pueblo), añora (Yo no quiero la patria dividida), se define (Manifiesto), que canta canciones picarescas y amorosas de la lírica popular chilena.
Sigue
siendo sin duda alguna figura emblemática de la música chilena; su
música sigue tocando corazones en el mundo entero.
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